----- Original Message -----
From: Prensa Foro Ermua
To: Draco
Sent: Tuesday, September 11, 2007 1:43 PM
Subject: Artículos de miembros del Foro Ermua sobre UPD
Fernando
JON JUARISTI
ABC 27-5-07
SAVATER, por supuesto. Disculpen que comience citando versos de un poema mío a él dedicado: «Pues bien, ha sido un lujo seguirte en la distancia/ y a veces no seguirte/ pero con la certeza del encuentro futuro». En ellos se resume lo que Fernando Savater ha sido y es para mí desde hace cuarenta años. Una referencia en el horizonte, que a menudo pierdo de vista deliberadamente. Pero, sobre todo, una certeza. La certeza absoluta de que aparecerá en los momentos más difíciles y estará contigo en la batalla, como ha hecho siempre. Sus desplazamientos tácticos no me preocupan. De Fernando Savater se puede prescindir en las escaramuzas -incluso es recomendable hacerlo con frecuencia-, pero, sin él en las Termópilas, estás perdido.
Contra lo que andan largando por ahí algunos despistados de buena fe y algunos otros de muy mala, no es mi intención sumarme al nuevo partido que auspicia Fernando junto a Carlos Martínez Gorriarán y Rosa Díez. Éste es uno de esos momentos en que hay que decirse un «hasta luego». Las razones están claras: yo no creo que la democracia sea un fin en sí mismo, sino un método para dirimir conflictos de intereses en un régimen liberal. Creo que este tipo de régimen funciona mejor sobre el bipartidismo, como se demuestra en países como Estados Unidos, Francia o Reino Unido, y como se demostró en España hasta que Rodríguez se empeñó en cargárselo. La proliferación de partidos desestabiliza el sistema (ahí están los casos recientes de México, Israel o Serbia, entre otros muchos). Obviamente, la democracia implica pluralidad, pero prefiero la pluralidad de sólo dos, porque impide que el particularismo de los pequeños partidos-bisagra parasite al Estado hasta desvertebrarlo (y los ejemplos sobran).
El bipartidismo supone una gran masa de voto adscriptivo, inmutable, adherido a los valores permanentes de la izquierda y la derecha. Lo que determina la alternancia es una franja de voto flotante que se mueve de un partido a otro en función de programas concretos. O sea, que la lealtad débil y la ausencia de lealtad representan un bien político de importancia fundamental. Los partidos rivales deben esmerarse en mantener la fidelidad de sus respectivos zócalos con una política coherente de izquierda o derecha y en ganarse a la mayoría del voto móvil mediante ofertas de las llamadas «de centro». Una consecuencia de la voladura del bipartidismo por parte del PSOE -que ha buscado apoyos para ello en los nacionalismos y en la izquierda antisistema- ha sido la decepción de una parte todavía difícilmente mensurable de sus apoyos tradicionales, entre los que se cuentan Savater y sus compañeros, cuya deriva lógica, toda vez que las suyas son lealtades fortísimas a valores alegremente abandonados por los socialistas, no apunta a engrosar el voto oscilante, sino a crear pequeños partidos ad hoc, como Ciutadans/Ciuda-danos, muy respetables en su dimensión ética pero inevitablemente particularistas. Así nos vamos alejando cada vez más del bipartidismo y relajando el ya muy maltratado pacto nacional.
Frente al destrozo causado por la ética buenista de la convicción, Savater podría ofrecer a la izquierda un atisbo de ética de la responsabilidad, aunque su iniciativa partidaria, es cierto, complica el panorama. Mario Onaindía, cuya amistad compartí con Savater, decía que el fin de la democracia es suscitar más democracia. Nunca estuve de acuerdo. El fin de la democracia es preservar la libertad, y para ello debe evitar la desmesura. Dicho esto, añado que Savater y su gente son lo poco que queda de la izquierda liberal y que la derecha asimismo liberal no tiene derecho a enfurecerse con el filósofo, que no es de los suyos. Fernando Savater es la única figura de la izquierda de mi generación que nunca fue a Siracusa, ni de visita. Evidentemente, la idea de España no le obsesiona, pero nadie ha defendido la Constitución con más coraje que él ni con más riesgos personales. Y aunque pregone a los cuatro vientos que no cree en Dios, sospecho que Dios jamás ha dejado de creer del todo en Fernando Savater.
De rosas y mangueras
IÑAKI EZKERRA
LA RAZÓN 31-08-07
Que Rosa Díez abandone el PSOE es una buena noticia y un gesto que le honra. Las disidencias no pueden durar toda la vida. Una disidencia que dura toda la vida o no es sincera o es todo lo sincera que usted quiera pero también una cosa que se vuelve ineficaz y bastante pesadita. La disidencia de Rosa y su ruptura tienen un motivo que les suma honorabilidad: la solidaridad con las víctimas y la oposición a la negociación con ETA. Es este aspecto el que le acerca éticamente al PP, pero también el que le lleva a competir con éste en un momento en el que la competición es menos deseable que nunca, es decir en vísperas de unas generales en las que de lo que se trata es de sacar a Zapatero de La Moncloa precisamente en nombre de las víctimas y para terminar con esa negociación ominosa. Porque no cabe duda de que ésa es la mejor carta que tiene el PP contra el PSOE y que es el partido de Rajoy el único que puede jugarla eficazmente.
Que Rosa Díez y ese partido-traje que se ha hecho con el Basta Ya jueguen a esa misma carta para hacer perder al PP la partida electoral -o sea para perderla todos- es una paradoja. Como lo es también el largo e inexplicado silencio de tres años del propio Basta Ya con respecto a esa misma negociación con ETA y a este Gobierno. Toda la claridad que se ha gastado ella siendo militante no se la han gastado sus compañeros de viaje sin tener ese carné y pudiendo haber hablado hasta por los codos. Como ha escrito José María Calleja, miembro de Basta Ya, “no debemos pisarnos la manguera”. Y el partido de Rosa se la pisa paradójicamente hasta a los Ciutadans en la labor de crear una alternativa de izquierda diferente al PSOE. La última paradoja puede ser que el PP vuelva a hablar de pactar con Imaz para darse la puntilla. Algunos -también hay que admitirlo- se pisan la manguera ellos solitos.
No pro, pero sí a favor
MIKEL AZURMENDI
ABC 6-9-07
Es un derecho de los ciudadanos opinar, reunirse, manifestarse, votar y ser votados. La Plataforma Pro nuevo partido político que ha salido de Basta Ya, tiene todo el derecho del mundo para presentarse ante el electorado y auspiciar el programa que desea. La democracia es crítica o no es nada, y también competición, pero ¿por qué es necesario un nuevo partido que no ha sido capaz de plantear el más mínimo debate democrático dentro de los dos grandes partidos españoles o de alguno de ellos? A mi modo de ver, ésta es la cuestión importante y no la de si robará votos a tal o a cual partido o de si tiene muchas cosas nuevas que decir o de si emerge virgen sin las viejas y desagradables hipotecas de los dos grandes partidos.
En el juego del actual sistema democrático sería necesario un partido nuevo y renovador (no comunista ni nacionalista, se entiende, sino preocupado por la libertad, la cohesión nacional y la función solidaria del Estado de derecho) sólo a condición de que sus ideas hubiesen horadado las conciencias de los militantes del PSOE y/o del PP de tal manera que les hiciese entrar en seria contradicción con el funcionamiento de su estructura partidaria y de ideas. La disputa del poder genera militantes cabreados en todo partido político democrático y, casi siempre, buenas razones para ese cabreo. Casi ningún militante da por bueno el 100 por ciento de los postulados de su partido en la disputa política ni tampoco de su funcionamiento interno. Cuánto menos los ciudadanos que votan; por eso una buena parte de ellos lo hace con harto pesar y sin saber si aciertan a expresar lo que realmente les interesa. Y por eso cambian bastante a menudo de voto y alternan de partido.
Pues bien, crear un partido nuevo en las actuales circunstancias debería haber servido ya para ayudar a que muchos militantes de un partido o de los dos grandes hubiesen visto la necesidad de cambiar el sentido de su voto y hasta de la militancia. Y no parece que sea el caso: quienes más lo aplauden, lo hacen por saludar el desplante de lo nuevo, como al adolescente que te manda a freír huevos. Las propuestas ideológicas y políticas de los animadores de la plataforma a favor de un nuevo partido provienen esencialmente del sector del PSOE (o del voto orientado hacia éste) que animó la plataforma cívica Basta Ya cuando se daban las condiciones de unidad de los dos grandes partidos. Cuando el gobierno del PSOE rompió la unidad pactada con el PP en materia de Libertades y Antiterrorismo, se rompieron también las condiciones de unidad de los ciudadanos de Basta Ya. Y ésta ya no fue lo que había sido precisamente porque no lo quisieron así esos actuales animadores, pues sucedió que la abandonaron los efectivos que en ella provenían del PP así como los muy numerosos que provenían de la ciudadanía sin adscripción partidaria. Esta ruptura se verificó en marzo de 2006, en San Sebastián, tras una asamblea en la que el sector que ahora protagoniza crear un nuevo partido se opuso a la discusión acerca de la novísima situación social creada por la ruptura del Pacto Antiterrorista y tampoco hizo suyas algunas críticas de funcionamiento burocrático en que estaba incurriendo la plataforma cívica. Ésta se constituyó en adelante en una página web que, en meras labores de intendencia, esencialmente ha promocionado a los actuales líderes de esta propuesta de nuevo partido político. Recuérdese que los escritos públicos de esos líderes durante aquella época daban un apoyo al presidente del Gobierno en sus negociaciones con ETA, desautorizaban las enormes manifestaciones de calle de las víctimas del terrorismo y acusaban al PP de mantenerse en posiciones numantinas en lo concerniente a ETA. Y, mientras, los ciudadanos que no hacían suya esa posición, acudíamos a las manifestaciones de las víctimas.
Tenemos en gran estima a los amigos de la plataforma pro nuevo partido por lo que hemos hecho conjuntamente y porque ahora se muestran críticos con el gobierno del PSOE en lo relativo a las negociaciones con ETA (aunque no nos han dicho todavía por qué alteraron sus posiciones y en virtud de qué informaciones), críticos en lo relativo a los pactos socialistas con partidos nacionalistas, en sus experimentos de centrifugación del Estado, de guerracivilismo, etcétera. Es obvio que estas ideas críticas de esos amigos, con las que no han convencido a los militantes del PSOE, ya las defiende el PP. Algunas otras ideas de esos amigos, especialmente las relativas a la educación, no parece que estén en sintonía con las que ahora defiende el PP. Y muchas otras no estarán en sintonía, supongo, ni consigo mismas porque uno no lo tiene todo igual de claro siempre y, además, uno cambia. Es de constatar que ni el PSOE ni el PP han sabido promover un debate para involucrar las voces de esos amigos en la depuración de sus respectivos idearios y programas. Al PSOE le entiendo bien, porque me da que su propuesta actual solamente la podrán alterar muchos años de alejamiento en la dirección del gobierno de España. Pero es bochornoso que el PP no haya prestado atención a la rectificación de estos amigos y a su capacidad de lucha abriendo un debate público con ellos a fin de diseñar en conjunto unos objetivos mínimos de búsqueda de una salida a la crítica situación actual de nuestro país. Muchos ciudadanos de la antigua plataforma y de otras nos hubiésemos sumado a esa dinámica que, seguramente, originaría nuevas ideas y propuestas de acción más acordes a la grave situación que está agostando el sistema político.
La cuestión estriba, pues, en saber qué debe hacer un luchador por ideas que quiere llegar a ser reformador de situaciones sociales complicadas. Se me antoja que a ese tal le es muchísimo más útil priorizar lo primordial (la lucha por la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos) uniéndose en torno a ello pero poniendo sobre el tapete bien claras las cuestiones que separan. ¿No es bastante más útil en esta fase de la democracia en España ensuciarse las manos en tareas compartidas con quien ha mantenido en pie las cuestiones centrales de la libertad y la lucha contra el terrorismo que acrisolarse en ideas mucho más fulgentes pero que no son las que modificarán ahora mismo el signo de la realidad? Desde siempre cierta imagen narcisista del luchador de izquierdas ha solido precisar de sempiterna autorreferencia izquierdista y progre pero el caso contrario se acaba de producir en Francia, donde muchos pensadores de izquierda han sabido aparcar su narcisismo para ser útiles al país. Está por ver si se equivocan. Pero lo otro ya era la equivocación de siempre.
A mi entender, valdría la intentona del nuevo partido a condición de estar probado antes que el PP y el PSOE ya no valen como partidos susceptibles de renovarse democráticamente en las condiciones actuales. Está claro que el PSOE ya no está en estas condiciones. El PP tiene todavía tiempo de probarlo. Hasta marzo al menos. ¿Lo aceptarían los de la Plataforma Pro? La ciudadanía más susceptible de simpatizar con el proyecto lo estimará.
Rosas para Jaime
IÑAKI EZKERRA
LA RAZÓN 6-9-07
No necesito ni del tacón de Rosa Díez ni de la fustita de Savater para sentirme realizado en la vida
Me han preguntado en una radio si tengo algo que ver con la Plataforma Pro y les he dicho que no, que a mis cincuenta años ya no estoy para. afiliarme a ningún partido ni aguantar la disciplina y las tonterías que impone la militancia política en general. Bastante tiene uno con seguir en el Movimiento Cívico, que es una militancia light, algo así como ser hermano de La Salle, como estar ordenado pero sin poder administrar los sacramentos propios del sacerdote. Con eso y con apoyar a Rajoy para que eche a Zapatero de La Moncloa es suficiente. Mi faceta masoquista ya me la satisface mi sufrido trato con el PP y no necesito ni del tacón de Rosa Díez ni de la fustita de Savater para sentirme realizado en la vida, lo cual no quiere decir que no les desee la mayor suerte en la labor de quitarle votos al PSOE.
En estas elecciones tiene que ir Gallardón detrás de Rajoy, pero no sólo Gallardón sino también Esperanza Aguirre
No seré yo quien discuta la altura de Rosa con o sin tacones, pero ésta no llega a la de Jaime Mayor. Y no por ser la de Rosa. Es que la talla de Jaime no la tiene nadie. ¿Quién posee su currículum de firmeza contra ETA? ¿Quién nos hizo ver que la podíamos derrotar? Sin Jaime Mayor no habría sido posible Ermua. En vez de preocuparse tanto por los otros lo que el PP tiene que hacer es convertir esas elecciones en la versión patriótica de las del 82, desplegar toda la artillería carismática que tiene porque la tiene, toda la infantería civil de su gente preparada e íntegra, toda su vanguardia paisana y moral.
Por un partido nuevo
MIKEL BUESA
ABC 7-9-07
EL anuncio efectuado por Rosa Díez de que va a encabezar una nueva formación política, un partido nuevo de amplio espectro ideológico, en el que pueden encontrar cabida muchas personas desencantadas principalmente con esa izquierda impregnada por el etno-nacionalismo en la que ha acabado derivando el PSOE, y también los inquilinos de ese siempre difuso centro político que ocupan ciudadanos moderados que no gustan del conservadurismo y, siendo reacios a la estridencia, ven con buenos ojos el cambio que encamina a la sociedad en el doble sentido de la libertad y la igualdad, ese anuncio, como digo, ha levantado, además de notables esperanzas, la severa y a veces despiadada crítica de quienes parecen preferir el sostenimiento del status quo político bien porque se encuentran cómodos en él, bien porque lo consideran un mal menor frente al riesgo de su reforma. Y, cómo no, esa crítica aparece las más de las veces impregnada de unos cálculos electorales cuyo fundamento empírico es muy endeble, por no decir inexistente, en vez de apelar a la discusión racional sobre la organización de nuestro sistema democrático y sus principales fallas.
Adelanto al lector mi propósito de participar en la formación de ese partido nuevo y, por tanto, que mi intervención en el debate suscitado por su creación es interesada. Si, sabiendo esto, quiere seguir leyéndome, le diré que, desde mi punto de vista, existe un impulso moral que me conduce a mí, como a otros muchos -y entre ellos, sin ninguna duda, a la propia Rosa Díez-, a emprender esa aventura. Un impulso que nace de la inquietud ante los acontecimientos que hemos vivido durante la última legislatura, de la constatación de que la actual coalición de gobierno se orienta hacia una modificación del sistema político en un sentido confederal, haciendo tabla rasa de los procedimientos legales y de las garantías constitucionales, y del malestar profundo que nos ocasiona la falaz negociación establecida por Rodríguez Zapatero con ETA para dar impulso a su proyecto político sin importarle ni la memoria de quienes cayeron bajo la violencia de esa organización terrorista, ni la reclamación de justicia de quienes, víctimas por ellos, les hemos sobrevivido.
Al poeta irlandés William Yeats corresponden estas palabras que describen el sentimiento con el que afrontamos nuestro presente: «Las cosas se desmoronan... cuando los mejores no tienen convicción y, mientras, los peores están llenos de apasionada intensidad». Porque, en efecto, han sido los que creíamos mejores en el terreno político -principalmente, en el campo socialista- los que no han sido capaces de reaccionar y poner freno a la deriva disolvente de su propia organización, dejando que pervirtiera sus viejos principios y se alejara de toda moral, y, sobre todo, que acabara repudiando a una nación de ciudadanos en favor de un conglomerado de territorios cuyos dirigentes se orientan por una obsesión identitaria atenta al privilegio y la desigualdad. Porque ellos no actuaron, tenemos nosotros ahora que afrontar la reconstrucción de nuestro destino para que no nos lo escriban los que nos traicionaron, tenemos que soportar la pesada carga que supone enfrentar la incertidumbre, tenemos que crear un partido nuevo.
Es esta iniciativa, por tanto, oportuna en la coyuntura actual de la sociedad española. Es, sin duda, ahora el momento en el que cabe dar los pasos necesarios para fundar una nueva organización con vocación de reforma del sistema político que aspira, además, a establecer nuevos estilos de intervención en el espacio público atentos a la libertad individual y la igualdad entre los españoles. Y es oportuna por más que no se nos oculte la urgencia de derrotar en las urnas a todos los que, con Rodríguez Zapatero a la cabeza, han propiciado la degeneración de la convivencia, singularmente en las regiones en las que el nacionalismo impera, y la descomposición institucional de nuestra arquitectura constitucional. Los que argumentan que hay que dejar sólo al Partido Popular en esa tarea olvidan que el espectro de los descontentos con la actual política socialista se extiende por todo el eje que va desde la derecha a la izquierda; olvidan asimismo que las correcciones a la proporcionalidad del sistema electoral sólo perjudican a los partidos nacionales pequeños; y olvidan también que si hemos de recomponer lo que se ha destruido, más vale que participemos en tan arduo trabajo todos los que, desde diferentes adscripciones ideológicas, nos sabemos capaces de restablecer los consensos de los que, con la Constitución de 1978, se hizo emerger nuestro sistema democrático.
Por tanto, queremos un partido nuevo con vocación nacional que refuerce la unidad entre los españoles, que asuma un programa de reforma constitucional para recuperar lo esencial del modelo de 1978 -es decir, un Estado unitario, descentralizado y solidario-, cerrando las grietas que se han abierto en la Constitución y, de ese modo, eliminando los incentivos que actualmente existen para que se cuestione permanentemente la distribución institucional del poder entre el gobierno de la nación y los gobiernos regionales. Hay, así, que redefinir y consolidar los ámbitos competenciales del Estado y las Comunidades Autónomas, corrigiendo las disfunciones actuales, singularmente en los ámbitos de la educación, la fiscalidad y la ordenación del territorio. Hay también que modificar el modelo electoral de manera que se aminore el excesivo poder adquirido por los partidos nacionalistas de vocación independentista, lo que exigirá revisar todos sus elementos, desde la definición de las circunscripciones hasta las reglas de proporcionalidad. Y hay que profundizar en la vida democrática adoptando reglas de representación que favorezcan el compromiso de los políticos con los ciudadanos, lo que obliga a debatir la cuestión de las listas abiertas o la elección directa a dos vueltas de las presidencias en todos los niveles de gobierno.
Este partido nuevo también aparecerá comprometido de manera radical en la lucha contra el terrorismo. Para ello, lo primero es negar la validez de cualquier razón política a quienes hacen de la violencia el instrumento de su intervención en la sociedad. Esto excluye cualquier veleidad negociadora con terroristas como los de ETA; excluye también los apoyos más o menos solapados que reciben organizaciones terroristas que operan en otros países; y debe conducir a explorar nuevas posibilidades de desarrollo jurídico que, sin perturbar las garantías democráticas, endurezcan el tratamiento penal del terrorismo, como podría ser su calificación de crimen contra la humanidad.
Tiempo habrá en los meses inmediatos de analizar las propuestas programáticas que formule este partido. Lo relevante ahora, desde mi punto de vista, es impulsar su nacimiento para que no nos ocurra lo que, con acertada reflexión, constató el libanés Amin Maalouf en ese maravilloso libro en el que indagó acerca de sus Orígenes: «La Historia se equivoca con frecuencia; pero nuestra cobardía de hombres mortales nos lleva siempre a explicar doctamente por qué fueron atinadas sus decisiones, por qué fue inevitable lo sucedido y por qué nuestros nobles sueños merecían irse al infierno». A quienes observamos con preocupación la deriva identitaria y disgregadora que caracteriza la realidad actual de España y todavía nos queda una pretensión de unidad, una ambición democrática y un sueño de libertad, se dirige este partido que nace con la vocación de contribuir a que esos anhelos no acaben en el abismo.
Pro
JON JUARISTI
ABC 9-9-07
EL nuevo partido impulsado por Rosa Díez, Fernando Savater, Carlos Martínez Gorriarán y Mikel Buesa -entre otros- pretende combatir, en el futuro próximo, la deriva confederal de la izquierda y la deriva clerical de la derecha. Eso dicen, al menos, sus promotores. O sea, que la formación neonata se inserta en la tradición de lo que en España fueron los partidos republicanos, cuya cultura política común consistía precisamente en el nacionalismo progresista, tan bien estudiado por Andrés de Blas, y en el laicismo (o anticlericalismo, a secas). A mí, con independencia de la simpatía que me suscitan ciertas figuras de dicha corriente (no todas), me parece que la historia del republicanismo español es una sucesión de chapuzas y fracasos debidos a la manía de poner las ideas por encima de los intereses y problemas concretos de la gente. Me alegraría mucho que el nuevo partido eludiera un destino semejante, pero la fórmula escogida no presagia resultados muy distintos. Las formaciones republicanas del pasado, que fueron legión, se vieron siempre rebasadas por la izquierda o por la derecha y sus breves trayectorias terminaron todas de modo cómico o trágico.
Cuando hablo de republicanismo, no me refiero, naturalmente, al ingrediente antimonárquico, que ya no es esencial. En lo referente a la forma de gobierno, el republicanismo de nuevo cuño puede permitirse el lujo de ser accidentalista, como lo fueron los socialistas de la época de Felipe González, antes de que Rodríguez se hiciera un lío con su memoria ancestral y las recetas de Petit. El republicanismo consiste hoy, como ayer, en la mezcla habitual de nacionalismo demótico y laicismo, que a estas alturas de la película necesita justificarse recurriendo a una ficción: el clericalismo de la derecha.
Primera constatación: la derecha española actual, mayoritariamente católica, no es clerical. Por ejemplo, el PP apoyó la intervención americana en Irak, contra lo que era entonces la posición de la Iglesia. Se puede estar en rotundo desacuerdo con esa política, pero sería estúpido calificarla de sumisa al Papa. Ni en política territorial ni en política antiterrorista parece que el PP haya esperado nunca a que la Conferencia Episcopal se pronuncie, y no ha desarrollado legislación alguna en materia de costumbres, algo que a los socialistas les chifla. Otra cosa es que el PP resista al anticristianismo primario de los progresistas, lo que también hacemos otros que ni siquiera somos cristianos (y más, cuando el anticristianismo y la judeofobia vienen en el mismo paquete). Segunda constatación: el clericalismo es hoy un fenómeno fundamentalmente de izquierda, vinculado a la compulsiva imposición de las doctrinas del clero laicista en materia de sexualidad, salud, educación, multiculturalismo y corrección política al conjunto de la sociedad. Los clérigos abusones no están hoy en los templos y en los púlpitos, sino en las universidades, en los medios de comunicación y en los equipos ministeriales.
El objetivo declarado del nuevo partido es la regeneración de la izquierda. Con todos los respetos, me parece una ilusión teñida del rancio clericalismo del sesenta y ocho, que produjo tantos grupúsculos de clérigos maoístas, trosquistas, consejistas, situacionistas, etc., empeñados en regenerar a las masas comunistas aburguesadas y en proponerse como alternativa a las burocracias traidoras de los grandes partidos. No regeneraron a nadie, sobra decirlo. Como escribió de ellos Pasolini, obedecieron desobedeciendo. No otro es el riesgo de PRO: consolidar la hegemonía de la izquierda degenerada, ofreciendo a sus descontentos un sumidero electoral que sin duda restará apoyos a la única alternativa real, hoy por hoy, al bloque zapaterista. Lo digo con pena, porque quienes auspician el proyecto son gente valiosa y honesta. Probablemente, los mejores de la izquierda española. Me habría gustado ver en ellos la decisión y el realismo de los mejores de la izquierda francesa, que han desafiado el antisemitismo rampante y el antioccidentalismo suicida de la progresía, sin miedo a ser tachados de reaccionarios (pues de eso se trata, de reaccionar eficazmente contra la estupidez). Pero los nuestros han optado por la endogamia neorrepublicana, que es más abrigadita. Rodríguez debe estar bailando jotas.
La múltiple baraka de ZP
HERMANN TERTSCH
ABC 10/09/07
From: Prensa Foro Ermua
To: Draco
Sent: Tuesday, September 11, 2007 1:43 PM
Subject: Artículos de miembros del Foro Ermua sobre UPD
Fernando
JON JUARISTI
ABC 27-5-07
SAVATER, por supuesto. Disculpen que comience citando versos de un poema mío a él dedicado: «Pues bien, ha sido un lujo seguirte en la distancia/ y a veces no seguirte/ pero con la certeza del encuentro futuro». En ellos se resume lo que Fernando Savater ha sido y es para mí desde hace cuarenta años. Una referencia en el horizonte, que a menudo pierdo de vista deliberadamente. Pero, sobre todo, una certeza. La certeza absoluta de que aparecerá en los momentos más difíciles y estará contigo en la batalla, como ha hecho siempre. Sus desplazamientos tácticos no me preocupan. De Fernando Savater se puede prescindir en las escaramuzas -incluso es recomendable hacerlo con frecuencia-, pero, sin él en las Termópilas, estás perdido.
Contra lo que andan largando por ahí algunos despistados de buena fe y algunos otros de muy mala, no es mi intención sumarme al nuevo partido que auspicia Fernando junto a Carlos Martínez Gorriarán y Rosa Díez. Éste es uno de esos momentos en que hay que decirse un «hasta luego». Las razones están claras: yo no creo que la democracia sea un fin en sí mismo, sino un método para dirimir conflictos de intereses en un régimen liberal. Creo que este tipo de régimen funciona mejor sobre el bipartidismo, como se demuestra en países como Estados Unidos, Francia o Reino Unido, y como se demostró en España hasta que Rodríguez se empeñó en cargárselo. La proliferación de partidos desestabiliza el sistema (ahí están los casos recientes de México, Israel o Serbia, entre otros muchos). Obviamente, la democracia implica pluralidad, pero prefiero la pluralidad de sólo dos, porque impide que el particularismo de los pequeños partidos-bisagra parasite al Estado hasta desvertebrarlo (y los ejemplos sobran).
El bipartidismo supone una gran masa de voto adscriptivo, inmutable, adherido a los valores permanentes de la izquierda y la derecha. Lo que determina la alternancia es una franja de voto flotante que se mueve de un partido a otro en función de programas concretos. O sea, que la lealtad débil y la ausencia de lealtad representan un bien político de importancia fundamental. Los partidos rivales deben esmerarse en mantener la fidelidad de sus respectivos zócalos con una política coherente de izquierda o derecha y en ganarse a la mayoría del voto móvil mediante ofertas de las llamadas «de centro». Una consecuencia de la voladura del bipartidismo por parte del PSOE -que ha buscado apoyos para ello en los nacionalismos y en la izquierda antisistema- ha sido la decepción de una parte todavía difícilmente mensurable de sus apoyos tradicionales, entre los que se cuentan Savater y sus compañeros, cuya deriva lógica, toda vez que las suyas son lealtades fortísimas a valores alegremente abandonados por los socialistas, no apunta a engrosar el voto oscilante, sino a crear pequeños partidos ad hoc, como Ciutadans/Ciuda-danos, muy respetables en su dimensión ética pero inevitablemente particularistas. Así nos vamos alejando cada vez más del bipartidismo y relajando el ya muy maltratado pacto nacional.
Frente al destrozo causado por la ética buenista de la convicción, Savater podría ofrecer a la izquierda un atisbo de ética de la responsabilidad, aunque su iniciativa partidaria, es cierto, complica el panorama. Mario Onaindía, cuya amistad compartí con Savater, decía que el fin de la democracia es suscitar más democracia. Nunca estuve de acuerdo. El fin de la democracia es preservar la libertad, y para ello debe evitar la desmesura. Dicho esto, añado que Savater y su gente son lo poco que queda de la izquierda liberal y que la derecha asimismo liberal no tiene derecho a enfurecerse con el filósofo, que no es de los suyos. Fernando Savater es la única figura de la izquierda de mi generación que nunca fue a Siracusa, ni de visita. Evidentemente, la idea de España no le obsesiona, pero nadie ha defendido la Constitución con más coraje que él ni con más riesgos personales. Y aunque pregone a los cuatro vientos que no cree en Dios, sospecho que Dios jamás ha dejado de creer del todo en Fernando Savater.
De rosas y mangueras
IÑAKI EZKERRA
LA RAZÓN 31-08-07
Que Rosa Díez abandone el PSOE es una buena noticia y un gesto que le honra. Las disidencias no pueden durar toda la vida. Una disidencia que dura toda la vida o no es sincera o es todo lo sincera que usted quiera pero también una cosa que se vuelve ineficaz y bastante pesadita. La disidencia de Rosa y su ruptura tienen un motivo que les suma honorabilidad: la solidaridad con las víctimas y la oposición a la negociación con ETA. Es este aspecto el que le acerca éticamente al PP, pero también el que le lleva a competir con éste en un momento en el que la competición es menos deseable que nunca, es decir en vísperas de unas generales en las que de lo que se trata es de sacar a Zapatero de La Moncloa precisamente en nombre de las víctimas y para terminar con esa negociación ominosa. Porque no cabe duda de que ésa es la mejor carta que tiene el PP contra el PSOE y que es el partido de Rajoy el único que puede jugarla eficazmente.
Que Rosa Díez y ese partido-traje que se ha hecho con el Basta Ya jueguen a esa misma carta para hacer perder al PP la partida electoral -o sea para perderla todos- es una paradoja. Como lo es también el largo e inexplicado silencio de tres años del propio Basta Ya con respecto a esa misma negociación con ETA y a este Gobierno. Toda la claridad que se ha gastado ella siendo militante no se la han gastado sus compañeros de viaje sin tener ese carné y pudiendo haber hablado hasta por los codos. Como ha escrito José María Calleja, miembro de Basta Ya, “no debemos pisarnos la manguera”. Y el partido de Rosa se la pisa paradójicamente hasta a los Ciutadans en la labor de crear una alternativa de izquierda diferente al PSOE. La última paradoja puede ser que el PP vuelva a hablar de pactar con Imaz para darse la puntilla. Algunos -también hay que admitirlo- se pisan la manguera ellos solitos.
No pro, pero sí a favor
MIKEL AZURMENDI
ABC 6-9-07
Es un derecho de los ciudadanos opinar, reunirse, manifestarse, votar y ser votados. La Plataforma Pro nuevo partido político que ha salido de Basta Ya, tiene todo el derecho del mundo para presentarse ante el electorado y auspiciar el programa que desea. La democracia es crítica o no es nada, y también competición, pero ¿por qué es necesario un nuevo partido que no ha sido capaz de plantear el más mínimo debate democrático dentro de los dos grandes partidos españoles o de alguno de ellos? A mi modo de ver, ésta es la cuestión importante y no la de si robará votos a tal o a cual partido o de si tiene muchas cosas nuevas que decir o de si emerge virgen sin las viejas y desagradables hipotecas de los dos grandes partidos.
En el juego del actual sistema democrático sería necesario un partido nuevo y renovador (no comunista ni nacionalista, se entiende, sino preocupado por la libertad, la cohesión nacional y la función solidaria del Estado de derecho) sólo a condición de que sus ideas hubiesen horadado las conciencias de los militantes del PSOE y/o del PP de tal manera que les hiciese entrar en seria contradicción con el funcionamiento de su estructura partidaria y de ideas. La disputa del poder genera militantes cabreados en todo partido político democrático y, casi siempre, buenas razones para ese cabreo. Casi ningún militante da por bueno el 100 por ciento de los postulados de su partido en la disputa política ni tampoco de su funcionamiento interno. Cuánto menos los ciudadanos que votan; por eso una buena parte de ellos lo hace con harto pesar y sin saber si aciertan a expresar lo que realmente les interesa. Y por eso cambian bastante a menudo de voto y alternan de partido.
Pues bien, crear un partido nuevo en las actuales circunstancias debería haber servido ya para ayudar a que muchos militantes de un partido o de los dos grandes hubiesen visto la necesidad de cambiar el sentido de su voto y hasta de la militancia. Y no parece que sea el caso: quienes más lo aplauden, lo hacen por saludar el desplante de lo nuevo, como al adolescente que te manda a freír huevos. Las propuestas ideológicas y políticas de los animadores de la plataforma a favor de un nuevo partido provienen esencialmente del sector del PSOE (o del voto orientado hacia éste) que animó la plataforma cívica Basta Ya cuando se daban las condiciones de unidad de los dos grandes partidos. Cuando el gobierno del PSOE rompió la unidad pactada con el PP en materia de Libertades y Antiterrorismo, se rompieron también las condiciones de unidad de los ciudadanos de Basta Ya. Y ésta ya no fue lo que había sido precisamente porque no lo quisieron así esos actuales animadores, pues sucedió que la abandonaron los efectivos que en ella provenían del PP así como los muy numerosos que provenían de la ciudadanía sin adscripción partidaria. Esta ruptura se verificó en marzo de 2006, en San Sebastián, tras una asamblea en la que el sector que ahora protagoniza crear un nuevo partido se opuso a la discusión acerca de la novísima situación social creada por la ruptura del Pacto Antiterrorista y tampoco hizo suyas algunas críticas de funcionamiento burocrático en que estaba incurriendo la plataforma cívica. Ésta se constituyó en adelante en una página web que, en meras labores de intendencia, esencialmente ha promocionado a los actuales líderes de esta propuesta de nuevo partido político. Recuérdese que los escritos públicos de esos líderes durante aquella época daban un apoyo al presidente del Gobierno en sus negociaciones con ETA, desautorizaban las enormes manifestaciones de calle de las víctimas del terrorismo y acusaban al PP de mantenerse en posiciones numantinas en lo concerniente a ETA. Y, mientras, los ciudadanos que no hacían suya esa posición, acudíamos a las manifestaciones de las víctimas.
Tenemos en gran estima a los amigos de la plataforma pro nuevo partido por lo que hemos hecho conjuntamente y porque ahora se muestran críticos con el gobierno del PSOE en lo relativo a las negociaciones con ETA (aunque no nos han dicho todavía por qué alteraron sus posiciones y en virtud de qué informaciones), críticos en lo relativo a los pactos socialistas con partidos nacionalistas, en sus experimentos de centrifugación del Estado, de guerracivilismo, etcétera. Es obvio que estas ideas críticas de esos amigos, con las que no han convencido a los militantes del PSOE, ya las defiende el PP. Algunas otras ideas de esos amigos, especialmente las relativas a la educación, no parece que estén en sintonía con las que ahora defiende el PP. Y muchas otras no estarán en sintonía, supongo, ni consigo mismas porque uno no lo tiene todo igual de claro siempre y, además, uno cambia. Es de constatar que ni el PSOE ni el PP han sabido promover un debate para involucrar las voces de esos amigos en la depuración de sus respectivos idearios y programas. Al PSOE le entiendo bien, porque me da que su propuesta actual solamente la podrán alterar muchos años de alejamiento en la dirección del gobierno de España. Pero es bochornoso que el PP no haya prestado atención a la rectificación de estos amigos y a su capacidad de lucha abriendo un debate público con ellos a fin de diseñar en conjunto unos objetivos mínimos de búsqueda de una salida a la crítica situación actual de nuestro país. Muchos ciudadanos de la antigua plataforma y de otras nos hubiésemos sumado a esa dinámica que, seguramente, originaría nuevas ideas y propuestas de acción más acordes a la grave situación que está agostando el sistema político.
La cuestión estriba, pues, en saber qué debe hacer un luchador por ideas que quiere llegar a ser reformador de situaciones sociales complicadas. Se me antoja que a ese tal le es muchísimo más útil priorizar lo primordial (la lucha por la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos) uniéndose en torno a ello pero poniendo sobre el tapete bien claras las cuestiones que separan. ¿No es bastante más útil en esta fase de la democracia en España ensuciarse las manos en tareas compartidas con quien ha mantenido en pie las cuestiones centrales de la libertad y la lucha contra el terrorismo que acrisolarse en ideas mucho más fulgentes pero que no son las que modificarán ahora mismo el signo de la realidad? Desde siempre cierta imagen narcisista del luchador de izquierdas ha solido precisar de sempiterna autorreferencia izquierdista y progre pero el caso contrario se acaba de producir en Francia, donde muchos pensadores de izquierda han sabido aparcar su narcisismo para ser útiles al país. Está por ver si se equivocan. Pero lo otro ya era la equivocación de siempre.
A mi entender, valdría la intentona del nuevo partido a condición de estar probado antes que el PP y el PSOE ya no valen como partidos susceptibles de renovarse democráticamente en las condiciones actuales. Está claro que el PSOE ya no está en estas condiciones. El PP tiene todavía tiempo de probarlo. Hasta marzo al menos. ¿Lo aceptarían los de la Plataforma Pro? La ciudadanía más susceptible de simpatizar con el proyecto lo estimará.
Rosas para Jaime
IÑAKI EZKERRA
LA RAZÓN 6-9-07
No necesito ni del tacón de Rosa Díez ni de la fustita de Savater para sentirme realizado en la vida
Me han preguntado en una radio si tengo algo que ver con la Plataforma Pro y les he dicho que no, que a mis cincuenta años ya no estoy para. afiliarme a ningún partido ni aguantar la disciplina y las tonterías que impone la militancia política en general. Bastante tiene uno con seguir en el Movimiento Cívico, que es una militancia light, algo así como ser hermano de La Salle, como estar ordenado pero sin poder administrar los sacramentos propios del sacerdote. Con eso y con apoyar a Rajoy para que eche a Zapatero de La Moncloa es suficiente. Mi faceta masoquista ya me la satisface mi sufrido trato con el PP y no necesito ni del tacón de Rosa Díez ni de la fustita de Savater para sentirme realizado en la vida, lo cual no quiere decir que no les desee la mayor suerte en la labor de quitarle votos al PSOE.
Sí, ya tiene uno bastante con los disgustos que le da el PP haciendo todo el día de oposición a Gallardón y hablando de pactar con Imaz o con Artur Mas cuando sean una mayoría raspada. ¡Pero cómo se puede ir a unas elecciones dando por hecho que de ganarlas será por los pelos! Eso se piensa pero no se dice. Decir eso sirve para quitar las ganas de que te voten. Es renunciar al argumento más eficaz, el del voto útil.
En lugar de lamentar el nacimiento de una formación política que le puede quitar votos lo que debe hacer el PP es ganárselos luciendo a las personas que representan los valores que puede representar el partido rival pero mejor aún que ese partido. Se habla de aprovechar a Rato y eso está bien pero es que se habla como si viviéramos en Suecia y estas elecciones se fueran a dirimir en términos económicos. Como si no hubiera terrorismo ni un Gobierno que lo ha resucitado. No digo que no venga Rato para desmantelar esa ridícula imagen de Zapatero como levantador de una economía que no sabe ni lo que es, pero el que tiene que volver es Jaime Mayor.
En estas elecciones tiene que ir Gallardón detrás de Rajoy, pero no sólo Gallardón sino también Esperanza Aguirre
No seré yo quien discuta la altura de Rosa con o sin tacones, pero ésta no llega a la de Jaime Mayor. Y no por ser la de Rosa. Es que la talla de Jaime no la tiene nadie. ¿Quién posee su currículum de firmeza contra ETA? ¿Quién nos hizo ver que la podíamos derrotar? Sin Jaime Mayor no habría sido posible Ermua. En vez de preocuparse tanto por los otros lo que el PP tiene que hacer es convertir esas elecciones en la versión patriótica de las del 82, desplegar toda la artillería carismática que tiene porque la tiene, toda la infantería civil de su gente preparada e íntegra, toda su vanguardia paisana y moral.
En estas elecciones tiene que ir Gallardón detrás de Rajoy, pero no sólo Gallardón sino también Esperanza Aguirre y de la manita, sin pegarle codazos. Tiene que ir Rato y también María San Gil para irradiar esa alegría suya capaz de vencer al cáncer español de la resignación. Y sus concejales. Jueguen la carta vasca. Lleven a sus héroes y a sus mártires, a los exiliados con el cura de Maruri ala cabeza y arrasarán en estas elecciones dichosas. Lleven a Jaime Mayor. No discuto las rosas que se le echan a Rosa pero pienso: «Si todo eso es cierto ¿qué rosas no se merecerá el hombre que redujo a ETA a la miseria?».
Por un partido nuevo
MIKEL BUESA
ABC 7-9-07
EL anuncio efectuado por Rosa Díez de que va a encabezar una nueva formación política, un partido nuevo de amplio espectro ideológico, en el que pueden encontrar cabida muchas personas desencantadas principalmente con esa izquierda impregnada por el etno-nacionalismo en la que ha acabado derivando el PSOE, y también los inquilinos de ese siempre difuso centro político que ocupan ciudadanos moderados que no gustan del conservadurismo y, siendo reacios a la estridencia, ven con buenos ojos el cambio que encamina a la sociedad en el doble sentido de la libertad y la igualdad, ese anuncio, como digo, ha levantado, además de notables esperanzas, la severa y a veces despiadada crítica de quienes parecen preferir el sostenimiento del status quo político bien porque se encuentran cómodos en él, bien porque lo consideran un mal menor frente al riesgo de su reforma. Y, cómo no, esa crítica aparece las más de las veces impregnada de unos cálculos electorales cuyo fundamento empírico es muy endeble, por no decir inexistente, en vez de apelar a la discusión racional sobre la organización de nuestro sistema democrático y sus principales fallas.
Adelanto al lector mi propósito de participar en la formación de ese partido nuevo y, por tanto, que mi intervención en el debate suscitado por su creación es interesada. Si, sabiendo esto, quiere seguir leyéndome, le diré que, desde mi punto de vista, existe un impulso moral que me conduce a mí, como a otros muchos -y entre ellos, sin ninguna duda, a la propia Rosa Díez-, a emprender esa aventura. Un impulso que nace de la inquietud ante los acontecimientos que hemos vivido durante la última legislatura, de la constatación de que la actual coalición de gobierno se orienta hacia una modificación del sistema político en un sentido confederal, haciendo tabla rasa de los procedimientos legales y de las garantías constitucionales, y del malestar profundo que nos ocasiona la falaz negociación establecida por Rodríguez Zapatero con ETA para dar impulso a su proyecto político sin importarle ni la memoria de quienes cayeron bajo la violencia de esa organización terrorista, ni la reclamación de justicia de quienes, víctimas por ellos, les hemos sobrevivido.
Al poeta irlandés William Yeats corresponden estas palabras que describen el sentimiento con el que afrontamos nuestro presente: «Las cosas se desmoronan... cuando los mejores no tienen convicción y, mientras, los peores están llenos de apasionada intensidad». Porque, en efecto, han sido los que creíamos mejores en el terreno político -principalmente, en el campo socialista- los que no han sido capaces de reaccionar y poner freno a la deriva disolvente de su propia organización, dejando que pervirtiera sus viejos principios y se alejara de toda moral, y, sobre todo, que acabara repudiando a una nación de ciudadanos en favor de un conglomerado de territorios cuyos dirigentes se orientan por una obsesión identitaria atenta al privilegio y la desigualdad. Porque ellos no actuaron, tenemos nosotros ahora que afrontar la reconstrucción de nuestro destino para que no nos lo escriban los que nos traicionaron, tenemos que soportar la pesada carga que supone enfrentar la incertidumbre, tenemos que crear un partido nuevo.
Es esta iniciativa, por tanto, oportuna en la coyuntura actual de la sociedad española. Es, sin duda, ahora el momento en el que cabe dar los pasos necesarios para fundar una nueva organización con vocación de reforma del sistema político que aspira, además, a establecer nuevos estilos de intervención en el espacio público atentos a la libertad individual y la igualdad entre los españoles. Y es oportuna por más que no se nos oculte la urgencia de derrotar en las urnas a todos los que, con Rodríguez Zapatero a la cabeza, han propiciado la degeneración de la convivencia, singularmente en las regiones en las que el nacionalismo impera, y la descomposición institucional de nuestra arquitectura constitucional. Los que argumentan que hay que dejar sólo al Partido Popular en esa tarea olvidan que el espectro de los descontentos con la actual política socialista se extiende por todo el eje que va desde la derecha a la izquierda; olvidan asimismo que las correcciones a la proporcionalidad del sistema electoral sólo perjudican a los partidos nacionales pequeños; y olvidan también que si hemos de recomponer lo que se ha destruido, más vale que participemos en tan arduo trabajo todos los que, desde diferentes adscripciones ideológicas, nos sabemos capaces de restablecer los consensos de los que, con la Constitución de 1978, se hizo emerger nuestro sistema democrático.
Por tanto, queremos un partido nuevo con vocación nacional que refuerce la unidad entre los españoles, que asuma un programa de reforma constitucional para recuperar lo esencial del modelo de 1978 -es decir, un Estado unitario, descentralizado y solidario-, cerrando las grietas que se han abierto en la Constitución y, de ese modo, eliminando los incentivos que actualmente existen para que se cuestione permanentemente la distribución institucional del poder entre el gobierno de la nación y los gobiernos regionales. Hay, así, que redefinir y consolidar los ámbitos competenciales del Estado y las Comunidades Autónomas, corrigiendo las disfunciones actuales, singularmente en los ámbitos de la educación, la fiscalidad y la ordenación del territorio. Hay también que modificar el modelo electoral de manera que se aminore el excesivo poder adquirido por los partidos nacionalistas de vocación independentista, lo que exigirá revisar todos sus elementos, desde la definición de las circunscripciones hasta las reglas de proporcionalidad. Y hay que profundizar en la vida democrática adoptando reglas de representación que favorezcan el compromiso de los políticos con los ciudadanos, lo que obliga a debatir la cuestión de las listas abiertas o la elección directa a dos vueltas de las presidencias en todos los niveles de gobierno.
Este partido nuevo también aparecerá comprometido de manera radical en la lucha contra el terrorismo. Para ello, lo primero es negar la validez de cualquier razón política a quienes hacen de la violencia el instrumento de su intervención en la sociedad. Esto excluye cualquier veleidad negociadora con terroristas como los de ETA; excluye también los apoyos más o menos solapados que reciben organizaciones terroristas que operan en otros países; y debe conducir a explorar nuevas posibilidades de desarrollo jurídico que, sin perturbar las garantías democráticas, endurezcan el tratamiento penal del terrorismo, como podría ser su calificación de crimen contra la humanidad.
Tiempo habrá en los meses inmediatos de analizar las propuestas programáticas que formule este partido. Lo relevante ahora, desde mi punto de vista, es impulsar su nacimiento para que no nos ocurra lo que, con acertada reflexión, constató el libanés Amin Maalouf en ese maravilloso libro en el que indagó acerca de sus Orígenes: «La Historia se equivoca con frecuencia; pero nuestra cobardía de hombres mortales nos lleva siempre a explicar doctamente por qué fueron atinadas sus decisiones, por qué fue inevitable lo sucedido y por qué nuestros nobles sueños merecían irse al infierno». A quienes observamos con preocupación la deriva identitaria y disgregadora que caracteriza la realidad actual de España y todavía nos queda una pretensión de unidad, una ambición democrática y un sueño de libertad, se dirige este partido que nace con la vocación de contribuir a que esos anhelos no acaben en el abismo.
Pro
JON JUARISTI
ABC 9-9-07
EL nuevo partido impulsado por Rosa Díez, Fernando Savater, Carlos Martínez Gorriarán y Mikel Buesa -entre otros- pretende combatir, en el futuro próximo, la deriva confederal de la izquierda y la deriva clerical de la derecha. Eso dicen, al menos, sus promotores. O sea, que la formación neonata se inserta en la tradición de lo que en España fueron los partidos republicanos, cuya cultura política común consistía precisamente en el nacionalismo progresista, tan bien estudiado por Andrés de Blas, y en el laicismo (o anticlericalismo, a secas). A mí, con independencia de la simpatía que me suscitan ciertas figuras de dicha corriente (no todas), me parece que la historia del republicanismo español es una sucesión de chapuzas y fracasos debidos a la manía de poner las ideas por encima de los intereses y problemas concretos de la gente. Me alegraría mucho que el nuevo partido eludiera un destino semejante, pero la fórmula escogida no presagia resultados muy distintos. Las formaciones republicanas del pasado, que fueron legión, se vieron siempre rebasadas por la izquierda o por la derecha y sus breves trayectorias terminaron todas de modo cómico o trágico.
Cuando hablo de republicanismo, no me refiero, naturalmente, al ingrediente antimonárquico, que ya no es esencial. En lo referente a la forma de gobierno, el republicanismo de nuevo cuño puede permitirse el lujo de ser accidentalista, como lo fueron los socialistas de la época de Felipe González, antes de que Rodríguez se hiciera un lío con su memoria ancestral y las recetas de Petit. El republicanismo consiste hoy, como ayer, en la mezcla habitual de nacionalismo demótico y laicismo, que a estas alturas de la película necesita justificarse recurriendo a una ficción: el clericalismo de la derecha.
Primera constatación: la derecha española actual, mayoritariamente católica, no es clerical. Por ejemplo, el PP apoyó la intervención americana en Irak, contra lo que era entonces la posición de la Iglesia. Se puede estar en rotundo desacuerdo con esa política, pero sería estúpido calificarla de sumisa al Papa. Ni en política territorial ni en política antiterrorista parece que el PP haya esperado nunca a que la Conferencia Episcopal se pronuncie, y no ha desarrollado legislación alguna en materia de costumbres, algo que a los socialistas les chifla. Otra cosa es que el PP resista al anticristianismo primario de los progresistas, lo que también hacemos otros que ni siquiera somos cristianos (y más, cuando el anticristianismo y la judeofobia vienen en el mismo paquete). Segunda constatación: el clericalismo es hoy un fenómeno fundamentalmente de izquierda, vinculado a la compulsiva imposición de las doctrinas del clero laicista en materia de sexualidad, salud, educación, multiculturalismo y corrección política al conjunto de la sociedad. Los clérigos abusones no están hoy en los templos y en los púlpitos, sino en las universidades, en los medios de comunicación y en los equipos ministeriales.
El objetivo declarado del nuevo partido es la regeneración de la izquierda. Con todos los respetos, me parece una ilusión teñida del rancio clericalismo del sesenta y ocho, que produjo tantos grupúsculos de clérigos maoístas, trosquistas, consejistas, situacionistas, etc., empeñados en regenerar a las masas comunistas aburguesadas y en proponerse como alternativa a las burocracias traidoras de los grandes partidos. No regeneraron a nadie, sobra decirlo. Como escribió de ellos Pasolini, obedecieron desobedeciendo. No otro es el riesgo de PRO: consolidar la hegemonía de la izquierda degenerada, ofreciendo a sus descontentos un sumidero electoral que sin duda restará apoyos a la única alternativa real, hoy por hoy, al bloque zapaterista. Lo digo con pena, porque quienes auspician el proyecto son gente valiosa y honesta. Probablemente, los mejores de la izquierda española. Me habría gustado ver en ellos la decisión y el realismo de los mejores de la izquierda francesa, que han desafiado el antisemitismo rampante y el antioccidentalismo suicida de la progresía, sin miedo a ser tachados de reaccionarios (pues de eso se trata, de reaccionar eficazmente contra la estupidez). Pero los nuestros han optado por la endogamia neorrepublicana, que es más abrigadita. Rodríguez debe estar bailando jotas.
La múltiple baraka de ZP
HERMANN TERTSCH
ABC 10/09/07
Habrá que reconocer que el corredor por la nada -el que no deja huellas en la playa y, sin embargo, ha rasgado la legislatura con un profundo surco que se va llenando de cascotes de las instituciones el Estado de Derecho-, no miente cuando asegura tener «baraka» (buena suerte). […]
Arma arrojadiza contra el PP
Para darle un alivio más al gran Joker de la baraka, unos demócratas españoles han decidido poner patas arriba el orden de prioridades de la oposición frontal a la deriva hacia la fragmentación del Estado de Derecho, la liquidación de libertades y la aceptación de la experimentación social que encarnan la supremacía del socialismo y el nacionalismo bajo Zapatero. Por supuesto, aplaudamos toda nueva opción democrática. Mucho más una que encabeza alguien como Rosa Díez que ha simbolizado, casi en solitario ante la vergonzosa falta de coraje de tanto socialista, la idea de una izquierda nacional solidaria frente a la inanidad e inmoralidad de Zapatero. Pero la baraka vuelve a asomarse cuando se constata que, desde su presentación, la nueva UPD, es ya un arma arrojadiza contra el PP, el único partido que ha defendido, en las peores condiciones, las ideas que dice representar la nueva formación. La prioridad de arrebatar el poder al jefe de Gobierno que más daño ha hecho a la democracia y a la convivencia en tiempos de paz, no parece ser asumida por otros líderes del nuevo partido. Nadie les pide la coherencia de Rosa. Y resulta explicable aunque triste la equidistancia de muchos respecto a quienes tenían razón y quienes no ante la inaudita operación de un jefe de Gobierno buscando acuerdos clandestinos con una banda terrorista para beneficio mutuo. Pero resulta insoportable que ya se hayan unido tantos al coro de mamporreros de Moncloa y Ferraz con su mismo lenguaje.
Es cierto que el zapaterismo mediático ha sido mucho más cicatero con UPD que los medios conservadores y liberales. La secta es así. Se verá pronto si en este nuevo partido hay algo más que errores generosos, vanidades y narcisismos encumbrados, malentendidos y maniobras. Jon Juaristi y Mikel Azurmendi nos daban claves decisivas ayer. Para quienes consideren su máxima prioridad acabar con la nefasta singladura de Zapatero y sus tropa no parece haber en todo caso sino una opción clara.
4 comentarios:
Pase lo que pase, cuando llegue el momento: "Habremos salido de dudas". Es una perogrullada pero mayores perogrulladas estamos viendo y... mira tú.
Un abrazo.
Puede que sí, puede que no. Lo más seguro es que quién sabe.
Otro para ti.
Sólo el PP y alguno que quede honrado en el P$o€ --no lo creo-- tienen la posibilidad de acabar con la locura del Traidor.
Ojalá en el PP estén a la altura de las circunstancias.
En lo del P$O€ estoy totalmente de acuerdo con tu apreciación. El P$O€ no es un partido político, es una Secta.
En cuanto al PP, eso espero. Pero deberían dar más caña, la gente empieza a estar un poco cansada de tanto poner la otra mejilla.
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