Me parece fantástico que se hable del Amor (y no es porque lo haya dicho zETApé, el toro enamorao de la pazzz) y que toda la Humanidad nos queramos a más no poder.
Y me encanta que los Diputados se quieran (aunque sean de aceras opuestas), que el Cerolo y la Vázquez, y hasta los del PP, se juren amor eterno con sus armarios, que a la otra Vázquez lo que le ponga sea la vinacha y los aguerridos mozos, que Carlos prefiera a Camila (que es fea hasta para ser caballo) mejor que a Diana, que la Obregón sienta pasión por los hectómetros del Lequio, y hasta que la ex de Pipi llore de alegría al enterarse que el interfecto ha tenido una niña, que podrá tomar la famosa papilla ZP2500, con su recién estrenada pareja
Y no tengo ya palabras si de lo que hablamos es de La Pantoja y el Cachuli, que se quieren sin conocerse de nada, de Pepiño, enamorado de los viejos tiempos en los que hizo la mili, o de los encuentros amorosos del Gobierno con ETA (de los que nos vamos a enterar por los franceses).
Pero lo que se me hace excesivo es lo de la Sra. Jane Felix-Browne que, a sus 51 años, se la ocurre enamorarse (después de cinco matrimonios, a buenas horas mangas-verdes) de un hijo de Osama Bin Laden la torta de años más joven que ella. Cosa que no tiene mayor importancia si no fuera porque es un año mayor que su ocupado suegro.
Así que todo me parece muy bien, pero prefiero a los casados en la forma clásica y tradicional.
¡Y por la Iglesia, aunque sea en traje de camarero!
¡Y por la Iglesia, aunque sea en traje de camarero!
Información para los que no sepan a santo de que viene eso de Mangas Verdes
Pero, después de tanto rezume de amor, nos encontarmos con la nota discordante:
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