| Compañeros, está fresca la flor, y el tallo luce lindas espinas en su honor. por eso, sólo por eso, os voy a contar un cuento:
Este era un pueblo que amaba a sus bobo-gobernantes, un pueblo de sufragistas, titiriteros, buhoneros, charlatanes y mangantes, donde las rosas crecían, -como nunca hicieran antes-, regadas con lagrimones de llorones mendicantes, saltimbanquis de la legua que cobran la mamandurria por hacer de acompañantes de un gobierno de lirones tragaldabas y tunantes.
Todos estaban a gusto, excepto los discrepantes que, como ya conocemos, al no poder rascar bola permanecen vigilantes, pues son fachas de derechas y… por tanto… intolerantes; mientras que, los progresistas, -en nada beligerantes-, van llenando sus bandullos y tomando decisiones, cada vez más aberrantes, pues no en vano son los amos de prebendas y talantes.
Tanto rascaron las arcas del Estado estos farsantes que vieron como es posible viajar por el futuro como meros paseantes pues, la relatividad, da saltos alucinantes. De vuelta trajeron deuda quedándose tan campantes que lo suyo es hacer daño sin importarles un pito ni amigos ni contrincantes pues los cuentos que hay ahora son así de extravagantes.
Y mientras el pueblo entero siga acudiendo al engaño, los cuentos de la Bibiana darán tierra a los de antaño.
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