lunes, 25 de mayo de 2009

También es Historia, que conste

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Andaba yo, en un rato perdido, releyendo uno de los 4 volúmenes de Historias de la Historia, de Carlos Fisas, y llego a la siguiente (que copio y pego):
"El coronel Morrisel era un militar francés, muy conocido durante el primer Imperio por su valor militar y durante la Restauración por sus frecuentes duelos (mató a 22 contrincantes). Murió de cruel enfermedad. A pesar de la sonda, a pesar de Civale, a pesar de Pasquier, a pesar de Dupuytren, había llegado a no poder evacuar ni una sola gota de lo que habia bebido. Se le prolongó la vida a fuerza de transpiraciones.

Por fin, un dia, como no comprendiese bien lo que le decían los médicos acerca de su enfermedad, preguntó si antes de que muriese no podrían procurarse en un hospital un individuo muerto de la enfermedad que a él le mataba. Los médicos le dijeron que sí, que era posible y empezaron a buscarlo.

A los tres o cuatro dias fueron a decirle que ya lo habían hallado, Morrisel lo compró por el precio ordinario (unos seis francos) e hizo que le llevasen el cadáver junto a la cama, lo puso sobre una mesa y suplicó a uno de los médicos que le hiciera la autopsia.

Hecha la autopsia, Morrisel tuvo la satisfacción de darse perfecta cuenta de la enfermedad que padecía y, contento ya, se dispuso a morir tranquilo; acto que realizó, en verdad, con sin igual valor".
Bueno, me dirás, ¿Y a mi que coño me importa lo que leas, o dejes de leer?

Pues posiblemente nada, pero a mi me ha parecido que sería muy intesante que lo conociese la Bibiana:
Debería pedir a alguna compañera~miembra que abortase en su presencia. Así, y con un poco de suerte, tendría la satisfacción de ver la diferencia entre un feto humano y un feto de elefante.

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