miércoles, 24 de junio de 2009

Por sus santos cojon*s

Como lo que le están indicando Trichet, Almunia y Fernández Ordóñez, le supondría tener que pisar algunos charcos (tres exactamente), pues ni caso:
¡Prefiere mojarse de cuerpo entero!:

"Es muy distinto ser gobernador de un banco central que presidente del Gobierno; respeto todas las opiniones, pero una cosa es opinar como experto y otra gobernar para la ciudadanía, son cosas bastante distintas"
Él es más listo que los expertos y, como Presidente que es, nos gobernará a su aire y al margen de sus recomendaciones. Pese a quien pese, y aunque en su inmensa soberbia tenga que acabar con todos nosotros.

Si le juntamos con el otro analfabeto sindical, ya tenemos la pareja para tirar de un carro.
Estos aprendices de führer* son un auténtico peligro.

EL NIÑO NIÑO

Ser niño,
coger la tierra con las manos
y desgraciar las flores,
chapotear los charcos,
con zapatos de goma,
con zapatos de suela,
con zapatos de esparto,
sean viejos o nuevos los zapatos.

¡No importa!
Para un niño mal criado,
-que viene siendo un niño consentido-,
los charcos aparecen cada invierno
y las flores en cada primavera
y al invierno siguiente
chapoteará lo mismo,
hasta que un día,
acaso por sorpresa,
empiece a comprender que ya no es niño.

Ser niño malcriado no equivale
a niño mal crecido.

Un niño mal crecido todos dicen
que se abrirá camino por la vida
a base de mordiscos,
éste es el caso del ínclito zEPEto
que seguirá, de niño pijotero,
jugando a ser el niño lazarillo
que romperá la alcancía del Estado
con vistas a llevarse un buen pellizco.

Esto es así, señores, no lo duden,
hay que aceptar los designios del pasado
y los guiños futuros del destino
pues mientras zETAcero tenga el mando
debemos irnos todos preparando.
Todas las poesías, actualizadas y ordenadas por antigüedad, con enlaces a las entradas originales para situar en su contexto correspondiente.

* Sin olvidarme del fantoche (fantocha, que diría la Bibiana) de De la Vogue, para la que todo el que no piense como ella es un retrógrado. Cosa que en mi pueblo se llama ser un totalitario.

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