sábado, 2 de septiembre de 2006

La Ciudad de la Concordia

Muecín dando el coñazo

Pues nada, que en Talayuela, ejemplo de "integración perfecta" de los inmigrantes, para unos, y "coexistencia pacífica", para otros, se han empeñado en cargarse la Alianza de las Civilizaciones de unas fechas para acá

(Alianza cuyo promotor es un tal Rodríguez, de España, aunque la idea sea de un tal Jatamí, de Irán, que no saluda a las mujeres por mucho que sean Ministras de Exteriores. Ni para ocurrencias tienen cabeza los zopencos patrios).

Y es que, como diría un castizo: "Nos ha jodido Mayo con las flores".

Resulta que a una tal Pilar Manjón la molestan el ruido de las campanas, bajo cualquier circunstancia, y sin embargo otros tienen que tragarse por güevos (que diría Trillo) las aleluyas del cura de turno (que ellos llaman muecín) durante cinco veces al día.

Joer, resulta que estamos protestando por las molestias que producen los botellones de fin de semana y luego no se puede hacer los mismo cuando las molestias son producto de actividades que están poco claras (la cultura ** ya se la enseñará el Ministerio de Educación, que luego no se integran y pasa lo que pasa y les sale la vena terrorista).

Y en estos casos, como siempre, tiene que aparecer (para bien o para mal) el fantasma del racismo. Como si los moros (y gitanos, no nos olvidemos de ellos) no fuesen los más racistas de todos.

¡Más racistas habría que ser con esta gente que nos quiere cortar el cuello como no hagan Iglesias en la Meca!

(Si lo hacen por el ruido de las campanas ya las insonorizaremos o pondremos una sordina)


¡Por Alá! ¡Por los coj....!

** Mientras esté de Menestra la Calvo comprendo que está un poco difícil el asunto. Es solo una forma de hablar.

2 comentarios:

Colombina dijo...

Simpatico!!!!

Draco dijo...

Pues procuro tomarlo de una forma desenfadada, pero la "cosa" tiene su gravedad.

Estamos permitiendo a personas que se declaran, sin ningún recato, enemigas nuestras que se instalen comodamente entre nosotros.

Y pretendan destrozar lo que tanto nos ha costado construir. Que es lo que, precisamente, a ellos les proporciona derechos que no tienen en sus países.

Luego tendremos que volver a vernos las caras, otra vez, en Covadonga.