| Un leguleyo abogó a las puertas de un juzgado, -allá por la Extremadura-, por que se quitase un poster alusivo a un desgobierno sobrado de caradura.
Como quiera que el cartel decía cuatro verdades, los responsables del mismo despacharon al letrado con cuatro ventosidades.
Al ver el jurisconsulto el trato que recibía y tomar como un insulto semejante grosería, se fue a quejar del asunto a mejor feligresía esperando que quitasen tamaña puñetería.
Y allá que se va el letrado defensor de causas pobres, -sin que nadie se lo pida-, a exigir que lo retiren por sus c*jones de progre.
Mucho me temo que dada la deriva del Estado quedarán tal como estaban, el insulto en su pancarta y él, compuesto y noqueado. |
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