lunes, 31 de mayo de 2010

Estaba cantado:

Que la cosa se iba a calentar:

Hijo de la grandísima puta


Un leguleyo abogó
a las puertas de un juzgado,
-allá por la Extremadura-,
por que se quitase un poster
alusivo a un desgobierno
sobrado de caradura.

Como quiera que el cartel
decía cuatro verdades,
los responsables del mismo
despacharon al letrado
con cuatro ventosidades.

Al ver el jurisconsulto
el trato que recibía
y tomar como un insulto
semejante grosería,
se fue a quejar del asunto
a mejor feligresía
esperando que quitasen
tamaña puñetería.

Y allá que se va el letrado
defensor de causas pobres,
-sin que nadie se lo pida-,
a exigir que lo retiren
por sus c*jones de progre.

Mucho me temo que dada
la deriva del Estado
quedarán tal como estaban,
el insulto en su pancarta
y él, compuesto y noqueado.

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