| ¡Ai roxa, marela ven!
Con el chuzo, Don Pepiño,
va conduciendo el ganado
que no quiere que se quede
ningún choto rezagado.
Las ovejas y las vacas
parece que le hacen caso,
si alguna le contradice
le descarga un buen varazo
en el lomo, en las costillas
o allá donde el espinazo
pierde su bendito nombre
porque deja de ser sacro.
"Así responde el gallego
cuando alguno pierde el paso".
Claro que… los animales
que andan por lejanas tierras
y desconocen tal trato,
se pasan por la entrepierna
todos los conocimientos
que adquirió el señor Pepucho
durante el bachillerato.
Pero aquí, los borreguiños,
que somos mansos y parvos,
agachamos la cabeza
y le decimos: "Hermano,
¿qué sería de nosotros
si nos dejas de tu mano?"
Don José, que de esto sabe
mucho más que un aldeano,
a base de echarle morro
pretende pasar de largo
por los tristes sucedidos
que vieron nuestros paisanos
insultando a "Doña Espe"
por salir a todo trapo
esperando que pasemos
todos juntos por el aro.
No es nadie este "bien nacido".
No es nadie este garrapato.
No es nadie este don Josiño
a la hora de hacer daño.
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