Sallent de Gállego rendirá hoy viernes un homenaje a las dos víctimas mortales del atentado que ETA cometió hace diez años.
Descansen en Paz. ¡Honor y Gloria a la Guardia Civil!
Vaya mi recuerdo a estos bravos Guardias Civiles, que hago extensivo a todos sus compañeros, demasiados, víctimas inocentes de los hijoputas de ETA.
Y aprovecho para hacerme eco de lo siguiente:
- De las declaraciones del Vicepresidente de la AVT:
- Y de lo que piensa Pío Moa sobre el tema (que es lo mismo que pienso yo):
Publicado en la Revista Época
No deja de causar asombro la aparente disposición de muchos analistas políticos a caer en las trampas más burdas, de lenguaje y de concepto, tendidas por un personaje de tan escasa enjundia intelectual como Rodríguez. Este definió su actitud hacia la ETA como "diálogo", "negociación" y "proceso de paz", tres expresiones muy positivas para una fechoría cuya única calificación posible es la de colaboración con banda armada… y la mayoría de los comentaristas y políticos le siguió el juego. Casi ninguno definió la operación como lo que realmente era, y casi todos se dejaron llevar del ronzal, de la perversión totalitaria del lenguaje, por el gobierno. Además se hablaba, con elogio o con disgusto, de una inexistente "política antiterrorista" de Rodríguez. Solo con eso, la crítica perdía de entrada muchos enteros, pues ¿qué tiene de malo un proceso de paz? ¿O el diálogo? ¿O la negociación? El crítico a tales maravillas se situaba sin más en el campo de la intolerancia y el belicismo ante la opinión de millones de personas embrutecidas por una televisión basura muy mayoritaria. Y que no es solo ni principalmente la del cotilleo.
La política gubernamental con la ETA consiste en colaborar con ella: le ha dado imagen "razonable", ha intentado silenciar -y lo ha logrado, con la colaboración del PP- a las víctimas directas, ha legalizado sus terminales "políticas", abasteciéndolas con dinero público, ha dado a los asesinos proyección internacional, les ha ofrecido en bandeja el cadáver de la Constitución y del estado de derecho, ha llegado hasta el chivatazo directo frente a la persecución policial, previamente reducida a un nivel simbólico… En un régimen medianamente serio, esos políticos estarían ante los jueces por comisión de delitos mucho más graves que la simple corrupción, que también.
La primera etapa de esa colaboración terminó mal para el gobierno -mucho peor para el estado de derecho y la integridad de España- porque la ETA creyó que podía conseguir la secesión completa. Asombrosamente, Rodríguez, con todas sus limitaciones intelectuales, volvió a engañar al PP y a la opinión pública poniéndose "duro" con la ETA. Podía hacerlo porque heredó de Aznar una eficacia policial e infiltración que le permitía frustrar la mayor parte de sus atentados. Pero la colaboración persistió: permanecieron la autorización para seguir con ella por parte de un Congreso cómplice y degenerado, y la legalización de las terminales políticas terroristas. Y ahora el gobierno vuelve a las andadas.
Tampoco acaban de entender muchos la causa profunda de estas conductas delictivas. Está, por supuesto, el interés electoralista de Rodríguez por la imagen de "pacificador", incluso su aspiración a un premio Nobel de la "paz". Pero cuenta aun más la afinidad ideológica profunda entre la ETA y el PSOE. Ambos coinciden en lo esencial, y sin verlo no se entenderá nada. Ambos son socialistas, favorables a las dictaduras del tercer mundo, feministas, y desprecian a España. La ETA busca a la secesión y el PSOE tiene una pésima idea del país y su historia, que aspira mesiánicamente a remodelar a su imagen (la imagen de la corrupción, en suma). A Rodríguez, la unidad de España solo le importa en la medida en que pueda afectar a su poder.
Y, ante todo, ETA y PSOE son visceralmente antifranquistas. El antifranquismo actual, debo insistir, es solo una cobertura para atacar a la democracia. Nuestra democracia, lo que queda de ella, viene del franquismo, guste o no, y entender la colaboración socialista con la ETA exige prestar atención a la ley -totalitaria- de memoria histórica, cuyo sentido real consiste en deslegitimar por completo el franquismo y, por tanto, lo que viene de él. Es la vuelta al rupturismo, felizmente vencido en la transición, y al que la ETA nunca se plegó, al revés que un PSOE entonces muy débil, pero que ahora se siente fuerte.
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