Cuentan empleados veteranos del Banco de Santander que, durante el terrible período de los Makencis*, se encontraron, en un despacho perdido, un empleado leyendo la prensa. Teniendo en cuenta que, preguntado sobre el tema, respondió que lo venía haciendo durante los últimos 30 años, aquello era motivo suficiente para verse de patitas en la calle (sin derecho a reclamación, entonces no se conocía el mobbing).
La cosa se aclaró bastante al profundizar en el asunto, ya que era el encargado de confeccionar un resumen de Prensa para el Presidente. Teniendo en cuenta que era empleado, "aquello" le saldría al banco a unos 30.000 € anuales (al precio de hoy, antes lógicamente era mucho menos), mucho menos de lo que le cuesta, lo mismo, a la Maleni. Solución que brindo a Fomento: Entre los varios millones de funcionarios ociosos, que busque a uno que quiera hacer tan tedioso trabajo.
* (Empleados VIP, con Derecho de Pernada, de la Consultora MacKenzie, contrata por el banco para racionalizar procesos y que iban, reloj en mano, detrás de cada empleado para ver cuanto tardaban en realizar una operación, cuantos impresos necesitaban, cuanto tardaban en descolgar un teléfono, cuantas veces se giraban en la silla para acceder a los citados jodidos impresos, si cruzaban las piernas al sentarse o si se rascaban la entrepierna, y cosas por el estilo que crearon gran malestar. Aquello trajo como consecuencia cambios en las funciones de muchos empleados, de sillas, de diseño de mostradores (para que cupiesen más empleados y, en el lugar que ocupaba la foto del niño, se pudiesen meter siete impresos más), etc. etc. Y más grave aún: La marginación de muchos magníficos profesionales (encumbrando, como contapartida, a perfectos inútiles) que nunca entendieron los motivos de los cambios en sus hábitos laborales. Hábitos que habían llevado al Banco a los primeros puestos en eficiencia y en cariño de los clientes.
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