domingo, 18 de julio de 2010

Pues mi casa se queda donde está

Pues nada, que resulta que a los de Greenpeace ahora no les gusta donde está mi ciudad -que no se ha movido de sitio desde hace la torta de siglos- y vamos a tener que moverla tierra adentro (con lo que pesa la condenada) para que se queden contentos.
¡Joer!, A esta gente no les gusta nada, se parecen a una Elenita, si señor cualquiera*:
No les gustan los combustibles fósiles, no les gusta el carbón, no les gusta la energía atómica, no les gustan los molinillos porque matan aves, no les gusta que el Planeta cambie (porque a Planeta le salga de los güevos) de clima, no les gustan las calefacciones porque producen CO2 (y tampoco el aire acondicionado, por la misma razón) etc. Y para una vez que los hacen caso, y plantan soja en Brasil para hacer biocombustibles, se quejan que se destruye el Amazonas.
¿Se puede saber que coño les gusta? ¿Se conformarían si volviésemos a la Edad del Bronce?
¿No será que han tenido una infancia desgraciada y solo están dando salida a sus frustraciones para que les hagamos caso?
Y en cuanto a los campos de golf yo no me preocuparía mucho: Son un negocio como otro cualquiera que da mucho dinero. Como el ecologismo o las clínicas abortivas, y de eso no dicen nada.
No me extraña que los franceses, hartos de tanto tocapelotas, les hundiesen un barco.

* A la que no la gustan (de cintura para arriba): El tabaco, las hamburguesas, el vino, las chuches. De cintura para abajo no se que es lo que la disgusta, pero tengo mis sospechas.

No hay comentarios: