lunes, 23 de enero de 2012

¡Lo que hay que decir para ganarse la vida sin hincarla!

Debo indicar que habitualmente no hago caso de lo que pueda decir este pitufo rojo, salvo que le pille en flagrante mentira o me venga provocando.

Como en este caso, que hace las dos cosas a la vez: Provoca y miente:
  • Provocando, porque estoy hasta los aparatos amatorios oírle exigir que se pida perdón, cuando él no ha pedido perdón ni por Paracuellos ni por las Checas. O más recientemente, y sin tener que irnos muy lejos, por los acosos sexuales (y de los otros) de sus compinches.
  • Mintiendo, porque al juez no se le juzga por investigar al franquismo, se le juzga por ordenar escuchar las conversaciones entre los abogados y sus clientes*.
    Lo del franquistmo vendrá después, y consiste en meter las narices (con el único fin de salir en los telediarios), en temas en los que se le dijo que no era competente.
    Claro que a Garzón ese pequeño detalle se la suda: Él es la Justicia.





La cabeza rige
y el pito corrige,
pues… si a la cabeza
le da por j*oder:
por mucho que escueza
hay que obedecer,
que el pito es quien manda
y no la mujer.

Y en estas cuestiones,
la sufrida izquierda
tiene mejillones
y aún le sobra cuerda
para atar por corto,
-sin que le remuerda-,
a una buena moza
por mucho que muerda.

¿Pues que se esperaba
esta jovenzuela?:
por más que proteste
la cosa no cuela
que en esto… los progres…
crearon escuela.

* Su disculpa de que lo hizo para descubrir -y evitar- un posible delito mayor, es una solemne gilipollez indigna de un juez que se quiera equiparar a Dios: Podía haber empleado la tortura, mucho más eficaz pero igualmente ilegal.

Pitufo rojo al que no le molestará que la próxima vez lo llame algo más grueso, salvo que quiera cercenar mi libertad de expresión.
Avisado queda.

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