Debo indicar que habitualmente no hago caso de lo que pueda decir este pitufo rojo, salvo que le pille en flagrante mentira o me venga provocando. Como en este caso, que hace las dos cosas a la vez: Provoca y miente: |
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La cabeza rige y el pito corrige, pues… si a la cabeza le da por j*oder: por mucho que escueza hay que obedecer, que el pito es quien manda y no la mujer. Y en estas cuestiones, la sufrida izquierda tiene mejillones y aún le sobra cuerda para atar por corto, -sin que le remuerda-, a una buena moza por mucho que muerda. ¿Pues que se esperaba esta jovenzuela?: por más que proteste la cosa no cuela que en esto… los progres… crearon escuela. |
* Su disculpa de que lo hizo para descubrir -y evitar- un posible delito mayor, es una solemne gilipollez indigna de un juez que se quiera equiparar a Dios: Podía haber empleado la tortura, mucho más eficaz pero igualmente ilegal.
Pitufo rojo al que no le molestará que la próxima vez lo llame algo más grueso, salvo que quiera cercenar mi libertad de expresión. Avisado queda.
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