Pues lo que es yo, ni lo se, ni me importa. Lo que si me parece es que, ni por edad ni por costumbres, RuGALfaisán esté en condiciones de renovar nada. La zorra cambia de pelo........etc. etc.
En fin, que será problema de los acólitos de la Secta si se dejan tomar el pelo, o no, en la elección del capo al que tienen que rendir pleitesía (el culto al jefe es obligado en la P$O€ para hacerse perdonar. Un tal Dapena es un claro ejemplo de lo que digo).
Mi problema es que los USA no se den cuenta de lo que tenemos en España, y no lo bombardeen a tiempo (como a bombardearon a Gadafi en Abril del -86).
Y los asaltos irán a más.
Dedicado al Gran Duque de la discordia Nacional cuya solvencia es discutida y discutible. Supongo que cuando se vaya definitivamente, recibirá tal título en justa correspondencia al gran servicio prestado a la Patria durante su acertada gestión. Vaya por él antes de que el señor de la cicuta se lo lleve del todo:
A punto de terminar su faena, el castellano Gran Duque de la discordia sigue metiendo la mano en los bolsillos ajenos con ese talante insano que lo coloca tan lejos del bien hacer pucelano. A su lado, lo flanquean, -cual peones adosados-, Pepiño Blanco, la Carma y el eterno Rubalcabro a la espera de que llegue el día del descalabro para ver… ¡quién coño de ellos dice el último "palabro"! Cerca, muy cerca, les sigue, a lomos de su caballo, el señor don Pepe Bono que hace de su capa un sayo para que, caiga quien caiga, pueda seguir dando el callo, no vaya a ser que los nuevos, -igual que el caso malaya-, le abran el caso malayo. ¿A dónde vas, mi buen Duque?, ¿a dónde con tanto paro? ¿No ves como se disparan los precios en el mercado?; ¡si hasta el humilde garbanzo cada día está más caro! Yo que tú me pensaría lo de abandonar el cargo, mira que en cuanto te rindas perderás el liderazgo. Y volverán los faisanes, y los trasvases del Ebro, los ERES, los pelotazos, los favores de partido, los recortes de pensiones, el robo a los funcionarios, los sueldos de tus ministros, el reparto del erario, (con las muchas subvenciones dadas a los sindicatos), y el cirio en que nos metiste a causa de tu torpeza sin reparar en los daños, a ocupar el escenario donde posan las sus nalgas los jueces, -nada gregarios-, que habrán de cortar las alas a tan nobles pajarracos. Sigue en la brecha y apura hasta el final, tu mandato, que no es tiempo todavía de cambiar de caricato. A verlas venir están calladitos, entre tanto, los que por amor a España pretenden seguir cobrando, -sentados en el Congreso-, en un bando y otro bando, y es que a pesar de quien gane ellos seguirán ganando. Coge con fuerza Gran Duque de nuevo el bastón de mando; total las cosas pendientes pueden seguir esperando y… a los que cojan los restos: ¡anda y que le vayan dando!, que el arte del buen gobierno se aprende desgobernando. ¿Qué lo hiciste mal te dicen ahora los que te mimaron cuando la rosa lucía fresca y lozana en tu mano? ¡Qué lo hiciste mal!, no temas equivocarse es humano y en tu caso, arrepentirse, resultaría tan vano que es mejor que le traspases el marrón a Mariano. Lo tuyo fue destruir, entre sonrisas y engaños, lo que el español logró, con su esfuerzo, en muchos años. Para hacer lo que tú hiciste se necesitan redaños o tener bajo la bota borregos de gran tamaño. Aquella España gloriosa que tanta sangre vertió, a lo largo de los siglos -y que el mundo conoció-, gracias a tu presidencia, de momento, se j*dió. Sigue por tanto en tu puesto dando caña al ciudadano que, hoy por hoy, al pueblo entero le tiene muy sin cuidado pues… por haberte sufrido, le resulta cotidiano. Mariano está confuso, (lo mismo que los PePeros que conocen tus apaños) y observa prudentemente, desde su gastado escaño, las sutiles maniobras que guardas como oro en paño y que exhibes… a tu aire, cuando te sale del caño. Viendo que todo se acaba, y que nada permanece, medito sobre el asunto a medida que amanece, esperando ver de pronto los brotes que reverdecen, -según tus propios augurios-, entre los euros que crecen. Por eso y por tu futuro, -que lo veo muy amargo-, yo que tú me pensaría lo de abandonar el cargo. |
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