martes, 31 de mayo de 2011

La leche, oiga

Pues lo que es yo, ni lo se, ni me importa. Lo que si me parece es que, ni por edad ni por costumbres, RuGALfaisán esté en condiciones de renovar nada. La zorra cambia de pelo........etc. etc.

En fin, que será problema de los acólitos de la Secta si se dejan tomar el pelo, o no, en la elección del capo al que tienen que rendir pleitesía (el culto al jefe es obligado en la P$O€ para hacerse perdonar. Un tal Dapena es un claro ejemplo de lo que digo).
Mi problema es que los USA no se den cuenta de lo que tenemos en España, y no lo bombardeen a tiempo (como a bombardearon a Gadafi en Abril del -86).

Y es que la táctica de asaltar televisiones (que si no son alentadas por él, al menos si se puede decir que son consentidas ya que, no olvidemos, él es el Menestro de Interior) me recuerdan los métodos chavistas.
Y los asaltos irán a más.


Dedicado al Gran Duque de la discordia Nacional cuya solvencia es discutida y discutible. Supongo que cuando se vaya definitivamente, recibirá tal título en justa correspondencia al gran servicio prestado a la Patria durante su acertada gestión. Vaya por él antes de que el señor de la cicuta se lo lleve del todo:

A punto de terminar
su faena, el castellano
Gran Duque de la discordia
sigue metiendo la mano
en los bolsillos ajenos
con ese talante insano
que lo coloca tan lejos
del bien hacer pucelano.

A su lado, lo flanquean,
-cual peones adosados-,
Pepiño Blanco, la Carma
y el eterno Rubalcabro
a la espera de que llegue
el día del descalabro
para ver… ¡quién coño de ellos
dice el último "palabro"!

Cerca, muy cerca, les sigue,
a lomos de su caballo,
el señor don Pepe Bono
que hace de su capa un sayo
para que, caiga quien caiga,
pueda seguir dando el callo,
no vaya a ser que los nuevos,
-igual que el caso malaya-,
le abran el caso malayo.

¿A dónde vas, mi buen Duque?,
¿a dónde con tanto paro?
¿No ves como se disparan
los precios en el mercado?;
¡si hasta el humilde garbanzo
cada día está más caro!

Yo que tú me pensaría
lo de abandonar el cargo,
mira que en cuanto te rindas
perderás el liderazgo.

Y volverán los faisanes,
y los trasvases del Ebro,
los ERES, los pelotazos,
los favores de partido,
los recortes de pensiones,
el robo a los funcionarios,
los sueldos de tus ministros,
el reparto del erario,

(con las muchas subvenciones
dadas a los sindicatos),

y el cirio en que nos metiste
a causa de tu torpeza
sin reparar en los daños,
a ocupar el escenario
donde posan las sus nalgas
los jueces, -nada gregarios-,
que habrán de cortar las alas
a tan nobles pajarracos.

Sigue en la brecha y apura
hasta el final, tu mandato,
que no es tiempo todavía
de cambiar de caricato.
A verlas venir están
calladitos, entre tanto,
los que por amor a España
pretenden seguir cobrando,
-sentados en el Congreso-,
en un bando y otro bando,
y es que a pesar de quien gane
ellos seguirán ganando.

Coge con fuerza Gran Duque
de nuevo el bastón de mando;
total las cosas pendientes
pueden seguir esperando
y… a los que cojan los restos:
¡anda y que le vayan dando!,
que el arte del buen gobierno
se aprende desgobernando.

¿Qué lo hiciste mal te dicen
ahora los que te mimaron
cuando la rosa lucía
fresca y lozana en tu mano?
¡Qué lo hiciste mal!, no temas
equivocarse es humano
y en tu caso, arrepentirse,
resultaría tan vano
que es mejor que le traspases
el marrón a Mariano.

Lo tuyo fue destruir,
entre sonrisas y engaños,
lo que el español logró,
con su esfuerzo, en muchos años.

Para hacer lo que tú hiciste
se necesitan redaños
o tener bajo la bota
borregos de gran tamaño.

Aquella España gloriosa
que tanta sangre vertió,
a lo largo de los siglos
-y que el mundo conoció-,
gracias a tu presidencia,
de momento, se j*dió.

Sigue por tanto en tu puesto
dando caña al ciudadano
que, hoy por hoy, al pueblo entero
le tiene muy sin cuidado
pues… por haberte sufrido,
le resulta cotidiano.

Mariano está confuso,
(lo mismo que los PePeros
que conocen tus apaños)
y observa prudentemente,
desde su gastado escaño,
las sutiles maniobras
que guardas como oro en paño
y que exhibes… a tu aire,
cuando te sale del caño.

Viendo que todo se acaba,
y que nada permanece,
medito sobre el asunto
a medida que amanece,
esperando ver de pronto
los brotes que reverdecen,
-según tus propios augurios-,
entre los euros que crecen.

Por eso y por tu futuro,
-que lo veo muy amargo-,
yo que tú me pensaría
lo de abandonar el cargo.

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